Los trabajadores de las fábricas de Boeing han decidido continuar su huelga, votando de manera decisiva en contra de una oferta de contrato que incluía un aumento salarial sustancial del 35% durante cuatro años. Esta decisión ha levantado cejas, especialmente considerando los desafíos financieros que enfrenta el gigante aeroespacial.
El rechazo del acuerdo propuesto es un golpe significativo para la recién nombrada CEO, Kelly Ortberg, quien ha prometido mejorar las relaciones con los empleados de la fábrica y estabilizar a la empresa, que atraviesa dificultades financieras. Sin embargo, el descontento de los trabajadores va más allá de solo los números sobre la mesa.
Una Historia de Resentimiento
El rechazo del contrato proviene de una frustración profunda entre los trabajadores, muchos de los cuales sienten que han sido menospreciados en negociaciones anteriores. Hace una década, los trabajadores enfrentaron circunstancias similares cuando Boeing impuso un acuerdo que eliminó las pensiones tradicionales bajo la amenaza de reubicar la producción. El rencor persistente de esa experiencia juega un papel significativo en el actual enfrentamiento.
Jon Holden, el negociador principal del contrato del sindicato, articuló el costo emocional que esto ha tenido en la fuerza laboral. “Este grupo ha pasado por mucho; hay algunas heridas profundas”, declaró después de la votación, enfatizando la necesidad de renovar las negociaciones para reparar la relación entre la empresa y sus empleados.
La Demanda de una Compensación Justa
Si bien un aumento salarial del 35% puede parecer generoso, los trabajadores exigen más. El sindicato ha solicitado un aumento del 40% en los salarios y el regreso de pensiones de beneficios definidos, que proporcionarían seguridad y estabilidad a largo plazo para los empleados. Para muchos trabajadores, el aumento salarial propuesto no compensa adecuadamente los años de salarios estancados que no han mantenido el ritmo con la inflación.
Además, los trabajadores han expresado frustración por las prioridades de Boeing, señalando que mientras sus salarios han quedado rezagados, la compañía ha invertido miles de millones en recompra de acciones y bonificaciones para ejecutivos. Esta disparidad ha alimentado la ira y un sentimiento de traición entre los empleados, motivando aún más su decisión de hacer huelga.
Presiones Económicas y Paro de Producción
La huelga, que comenzó el 13 de septiembre, ha provocado interrupciones significativas, deteniendo la producción de modelos clave de aeronaves, incluidos el 737 MAX y el 777. Con más de 30,000 maquinistas participando, el impacto se siente no solo dentro de Boeing, sino en toda la cadena de suministro aeroespacial, que ya está bajo presión financiera.
Las dificultades financieras continuas de Boeing han intensificado la urgencia por una resolución. La compañía está navegando una situación precaria, habiendo anunciado planes para recortar 17,000 empleos y buscando recaudar 15 mil millones de dólares de inversionistas para mantener su calificación crediticia. Con las apuestas tan altas, los trabajadores sienten que sus demandas deben ser atendidas para garantizar un futuro más equitativo.
Sincronización e Implicaciones Políticas
A medida que se acerca la elección presidencial el 5 de noviembre, tanto Boeing como la Asociación Internacional de Maquinistas (IAM) enfrentan una presión creciente para alcanzar un acuerdo. La dirección del sindicato está contemplando si involucrar a la Casa Blanca para obtener apoyo adicional en las negociaciones, lo que indica cuán crucial se ha vuelto esta disputa laboral en el panorama económico más amplio.
El consultor de aviación Scott Hamilton comentó sobre la situación, afirmando: “Es una mala noticia para todos: Boeing, los trabajadores, los proveedores, los clientes e incluso la economía nacional”. Las implicaciones de esta huelga se extienden más allá de los pisos de las fábricas; resuenan en toda la industria y en la economía en su conjunto.